RECUERDO
Por años, durante la misa del domingo de ramos,
escuchaba la lectura de la pasión de Jesús, contada por tres personajes. El sacerdote
que leía los diálogos de Jesús, el cronista que leía la descripción general,
digamos el narrador y un tercero que leía los demás diálogos. No soy persona a
quien le guste el teatro, como actor me refiero, sin embargo, todos los años
pensaba en que me hubiera gustado leer uno de los dos personajes, posiblemente
el cronista.
Hace once años, durante la misa del domingo de
ramos, en la capilla de las hermanas benedictinas de el Pinar se cumplió este
deseo.
Llevé el libro a mi casa para practicar el
largo pasaje.
Generalmente el sacerdote celebrante venía
desde la cercana capilla de Santa Rosa de Lima de El Pinar. Muchas veces escuchábamos
a sacerdotes que estaban participando de un retiro. Ese domingo 17 de abril de 2011
no recuerdo quien fue el padre celebrante.
Sonriente comencé a leer. Parte de las
intervenciones las realizaban las hermanas con espléndidos cánticos.
La celebración
se fue desarrollando normalmente. Yo era realmente un cronista, un narrador, un
lector, solo eso. Con mi mejor voz seguí las líneas del texto.
Cuando comencé a leer el relato de la pasión propiamente
dicha aconteció que, sin que mediara ninguna palabra, las hermanas se pusieron
de rodillas. Fue el momento en que experimenté de un modo especial la situación,
que participé, que me sentí parte del relato, inconscientemente bajé la voz y
en ese silencio sepulcral leí casi en un susurro. Realmente me sentí compañero
de las hermanas y de los asistentes, venerando con ellos el misterio del
sufrimiento que padeció nuestro redentor, la causa por la que derramó su
sangre, en rigor por nosotros mismos. Aunque no comprendamos los planes de dios
acepté el misterio confiando en Él.
Días después, con esa infinita gentileza que
suelen tener las hermanas, una de ellas, ya con unos cuántos años, me dijo:
«Nunca escuché a nadie leer tan bien el pasaje del domingo de Ramos, y se
imaginará que he escuchado unas cuántas lecturas».
A partir de ese día, participo de otra manera. He
realizado en varias oportunidades alguna de las lecturas. No la del domingo de
ramos, esa no se repitió y no es necesario, pues me dejó un sentimiento que no puedo
expresar, que me acompaña en cada celebración.
Hoy he participado de la misa a través de la emisión
por internet. De cualquier manera, oigo muy poco y la forma de participación presencial
de la misa la realizo leyendo en el móvil.
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