sábado, 10 de octubre de 2020

LITURGIA DEL BAUTISMO

 

Sábados de tarde, final del invierno y principio de la primavera, nuestra principal avenida se transforma en peatonal. Linda manera, en esta época de restricciones, de crear un lugar para que se pueda caminar, andar en bicicleta, en skate, para que los niños corran y para que los comercios continúen un rato más abiertos.

En mi caminata diaria llego hasta la iglesia del Cordón, en la puerta se lee: aforo 250 personas. Banco por medio están marcados con una cinta roja. Hoy salí algo tarde. Estando en silencio, frente al santísimo expuesto, veo que comienzan a llegar unas personas y a ubicarse en la primera fila, un ayudante coloca el Cirio Pascual… son los preparativos para un bautismo.

Me digo que volvieron los bautismos individuales. Los miro con cierta nostalgia. Recuerdo perfectamente el bautismo de mi hermana menor (15 años menor), el de mi hija mayor. Solo los familiares y el sacerdote. Una ceremonia sencilla, con mucho silencio, cada palabra resuena en los oídos y su significado permanece repiqueteando. Más tarde, ya en nuestra casa, reunidos, se comentarían las palabras del cura. Es 1972 y a esa parroquia aun no ha llegado le reforma del concilio vaticano II. En algunas, los sacerdotes más informados apresuraron los cambios, en otras en cambio, como en la que relato: Santa Rita, el padre Yemi, ya con muchos años, continuaba dando la misa de espalda. No soy quién para opinar, creo que la liturgia mejoró mucho, se hizo más accesible, más entendible. Pero sin duda fue un fuerte sacudón.

Llegan otras dos personas, todos con tapabocas. Un hombre con unos cuántos años, con saco sport.

Cuando llevamos a bautizar a nuestra segunda hija ya los bautismos eran colectivos. La iglesia estaba repleta, los padres y padrinos en el extremo de cada banco, sobre el pasillo central. Fue en la iglesia Santa Isabel de Paso de los Toros. Silencio era lo menos que se podía pretender. Nos llamó mucho la atención el cambio, no porque no lo supiéramos. La ceremonia fue diferente. Había sí muchas familias, cada una contigua con las demás, pero encerrada en sí misma. Los cuatro abuelos debieron viajaron unos cuántos kilómetros, casi trecientos.

Me encuentro sentado casi sobre la mitad de la iglesia. Llega una señora con una niña. Dos hombres quizá padre e hijo, por las edades…

Pienso en el bautismo impartido por San Juan, imagino las personas entrando al río, los imagino en su mayoría hombres que no se conocían entre sí, aunque en pueblos chicos… Juan bautizó con agua… sobre un paso del Jordán, el río de agua verde, agua en la que pude mojar mis manos y mis pies.

Jesús no bautizó. El verdadero bautismo llegaría con el Espíritu Santo, después de su muerte y resurrección. En Hechos de los Apóstoles, Lucas nos habla de gran cantidad de personas bautizadas en un día. Algunos se conocerían otros no. eran grandes bautismos colectivos, la iglesia en masa crecía.

Mis otras dos hijas fueron bautizadas por un sacerdote primo de mi madre. Ceremonias grupales más acotadas. Mis nietas fueron bautizadas en ceremonias también colectivas, de pocas personas.

Una mujer levanta al bebito, totalmente vestido de blanco para que otra lo vea. En ese momento se presenta el sacerdote con tapabocas. ¿Será la historia de la iglesia, adaptarse al momento? ¿Qué quieren que les diga? ¡Lo prefiero así!

domingo, 5 de abril de 2020

MISA DE DOMINGO DE RAMOS 2020


Hubo una larga tradición: preparar un ramo de olivos, hojas de palmera o laurel. Tenerlo pronto temprano a la mañana, para la misa del domingo de ramos. La única misa en la que se bendecían los ramos. Hace pocos años, viviendo yo en el campo, el sábado se cortaban grandes hojas de palmera para ayudar en la decoración de la iglesia de Santa Rosa.
¡Vaya cambio! Hoy estamos en una apartamento, lo único verde es un palo de agua. Ayer mi esposa cortó tres hojas y con una cinta que quedaba de navidad armó un ramo. Hace casi un mes que no se puede asistir a misa. Debemos verla por internet y claro, no podemos comulgar. Aunque hay quien se arriesga y arriesga a los demás y semioculto va y comulga de forma individual.
La misa ahora es más espiritual. Reconozco que los ramos eran un ritual conmemorativo de la entrada de Jesús en la Ciudad Santa. Esos ramos que nos acompañarían durante todo el año y de hecho, muchas veces, por un tiempo mayor si no los llevábamos a la iglesia para quemar el siguiente miércoles de cenizas.
Ahora la meditación es otra. Mi visita a tierra santa la enriqueció. Allí incorporé muchos elementos para reflexionar. Claro que se puede pensar sin haber ido y así lo hacen la mayoría de las personas. A mí me ayuda, ese pensamiento que acompaña a la fe, que ayuda a la contemplación. Escucho la misa con una hoja y un lápiz y voy haciendo anotaciones. ¿Para qué? Para continuar la meditación en otro momento, para poder escribir. ¡Como ayuda poder escribir! Escribir aunque nadie lea, aunque no se posea esa facilidad especial ni ese talento para hacerlo bien. Escribir para uno mismo. Y quizá, tal vez, ayude a alguien, quizá encuentre esa letra perdida un lector que la disfrute o que la aborrezca y la discuta.
Imagino al Jesús de su época, desconocido para muchos en Jerusalén, desconocido como lo es hoy también para muchísima gente, que no ha oído de él o que de tanto oír, sin conocer, se ha hastiado y ha mutilado sus oídos. Jesús y el borrico, y las ramas, los mantos y los cantos.
A la entrada, tras la gran puerta cerrada de la catedral el cardenal bendice los ramos y entre los bancos vacíos comienza a caminar junto a otros sacerdotes y religiosos, unos pocos, hacia el altar. Qué alegría cuando me dijeron… los cantos de siempre los acompañan. Los feligreses no están, están en sus casas, escuchando. Son más que los que asistieron el año pasado, son más que otros años. Si los que escuchan y ven las imágenes por la red hubieran ido hoy se hubieran necesitado varias catedrales…
Es como si las palabras del Evangelio nos repitieran "Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que está allí, en lo secreto "; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará." (Mt 6,6)