BAUTISMO


RENOVACIÓN DEL BAUTISMO EN EL RÍO JORDÁN

Partimos temprano desde Nazaret hacia el río Jordán hasta tomar la ruta 90 que corre casi paralela al río. El Jordán nace al norte del lago de Galilea, entra en el lago por el norte y vuelve a salir, sigue hacia el sur hasta desembocar en el mar muerto. El río es el límite de Israel con varios países y está limitado por cercas eléctricas en la proximidad de la carretera, la zona entre el río y la cerca es una zona totalmente custodiada, con una continua sucesión de puntos de bombeo que afloran de forma repetida, con frecuencia se ven  plantaciones de montes con palmeras datileras cuyos frutos han sido protegidos con envoltorios oscuros.
    Se trata de países sin agua, de ciudades sin agua, de desiertos y de pedregales, y finalmente de un mar de sal (mar muerto) donde nada sobrevive, aunque debe señalarse el enorme trabajo agronómico y técnico realizado en todo el país.
    Por esa misma región caminó Jesús, por pueblos minúsculos y agresivos con enormes carencias de recursos naturales, por lugares donde solo el imperio romano garantizaba una moderada seguridad, para lo que a ellos les interesaba o no les molestaba demasiado.
    Unos pocos quilómetros al sur del mar de Galilea se encentraba la antigua ciudad de  "Ainón, cerca de Salim" (Jn 3,24), donde según el evangelista Juan, se encontraron juntos bautizando en las aguas del Jordán, los discípulos de Jesús y Juan el Bautista, porque en esa zona había mucha agua, según dice el mismo texto.
    Ilusionado e infantil, sin pensar que nos encontrábamos en una zona conflictiva, alguien preguntó, antes de salir de Galilea, si no sería posible ver esa zona del río.
    Atravesamos más tarde un punto de guardia, no de frontera, un punto para acceder a la zona restringida. Nos acercamos al sitio en donde se cree que fue bautizado Jesús, del lado oeste del río.
   Unos metros más abajo corre un río pequeño, poco profundo de aguas verdes que arrastra mucho sedimento. Por varios días se quedó sobre mi rodilla del vaquero una mancha amarillenta, consecuencia de apoyar la rodilla sobre un entarimado de madera, para lograr llenar una botellita con agua del río, CON AGUA DEL JORDAN.
     El río arrastra muchos sedimentos y el agua de la botella era en extremo turbia. Sin embargo un rato después el sedimento estaba en el fondo y el agua de la botella se volvió transparente.

      El sacerdote que nos acompañaba renovó ahí nuestros bautismos.

    Varias personas, vestidas con atavíos blancos se sumergían completamente, unos africanos (hombres, mujeres y niños), entonando cánticos con gran alegría, en renovación o primer bautismo. Otros, seguramente europeos del norte se abrazaban con emoción.
    Llegar a este sitio con apertura, sentirse en presencia de Dios, exigió como siempre, dejar de lado muchas cosas, las maletas, el trato de los demás, el cansancio y las decepciones, dejar todo. Y sea que se cantase, que se bañase, que solamente se mojase o que se tapara la cara con las manos, en cada rostro vimos y recibimos al Espíritu Santo.

     Del otro lado del río, del lado de Cisjordania también se veían peregrinos












No hay comentarios.:

Publicar un comentario