GALLICANTU


SAN PEDRO EN GALLICANTU

Los tres discípulos que acompañaron a Jesús al monte de los olivos, ven venir a los soldados, acompañando a los ayudantes de los judíos mandamases del momento.
     Ellos no temían, a tal punto que uno de los discípulos toma su espada y corta la oreja de un soldado. El evangelista Juan dice que fue Pedro, pero pudo haber sido cualquiera. Eso no es miedo.
     Pero luego la sorpresa, el maestro, que tantas veces había adelantado su hora, les ordena no pelear, y se deja tomar preso con calma y respeto a la voluntad del Padre.
       No sé si lo habían entendido o no lo habían podido entender aun, nosotros, hoy, todavía no lo comprendemos plenamente, de cualquier manera es un choque y ahora su maestro es detenido por los delincuentes sirven a los que detentan el poder.
      Su maestro, como lo había anunciado se entrega voluntariamente. Naturalmente ahora si tienen miedo, ¿acaso no lo tendríamos todos?
      Pedro sigue la injusticia desde lejos hasta las laderas de monte Sion, donde será Jesús juzgado. Tratando de ver que es lo que sucede, pensando todavía que en algún momento se produciría un cambio.
      Por tres veces la chusma lo identifica (dos criadas y un grupito), no son los delincuentes que los hicieron prender, no son los guardias, son los miedosos y sumisos, ajenos a los hechos del mundo que pretenden ocultarse a sí mismos, como el avestruz, repitiendo lo que dicen los otros y haciéndose tan culpables como ellos.
      Que poco ha cambiado el mundo, alcanza ver a los soldados judíos armados hasta los dientes, alcanza ver los atentados que son algo diario, alcanza ver como se destrata a las personas en los aeropuertos, alcanza con ver como se destrata a los ancianos.
También callamos…
      Y... Pedro niega tres veces al Señor, y en este último momento cuando canta el gallo, se arrepiente y llora amargamente. Ya vendrá su tiempo en Roma cuando en la vi apia vea al Señor y le pregunte “Quo Vadis Domine”, ¿A dónde vas Señor.
    Y recordemos por un momento, que Pedro, entrego su vida por voluntad propia, por obediencia a Jesús, este galileo, pescador, fuerte, perspicaz y hasta insolente, ya había escapado de Roma.
      Luego, para que su muerte no fuera tan semejante a la del señor, ni siquiera eso merece, pide que se le crucificara con la cabeza hacia abajo.
      Recorrimos en la zona denominada Gallicanto, donde estos hechos ocurrieron, donde cantó el gallo, vimos la escalera, que data de esa época y a través de la cual se cree que Jesús subió con sus discípulos, vimos las cuevas donde el Señor pudo haber permanecido detenido esa noche.
      Vimos la iglesia de tres niveles (el inferior es una cripta) la iglesia de San Pedro in Gallicantu levantada en recuerdo de estos hechos y oramos con Pedro.

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